De dónde venimos y hacia dónde vamos

Bienvenidos!!! El ciberespacio es muy parecido a nuestro país, la República Argentina: un lugar donde todo parece posible pero la gran mayoría de las cosas son mentiras, donde nos encontramos de muchas maneras pero a la vez nos separamos de lo verdadero. Entonces, ¿por qué no usarlo para pensarnos como individuos y ayudarnos a la única búsqueda que nos es común como humanidad: la búsqueda de la felicidad?. Ojalá estemos de acuerdo, pero más deseo aún que discutamos, porque será la manera de definir entre todos un camino mejor al que venimos llevando.

jueves, 14 de enero de 2010

Amigos son los amigos!!!

Otra fortaleza de los argentinos es nuestro profundo sentido de la amistad.

Ya lo preveo, ante esta afirmación tan rotunda comenzarán a aparecer las voces de aquellos defraudados por alguien a quien pensaban amigo y que les pidió una garantía o al que le prestaron plata y no apareció más, las típicas defraudaciones que todos hemos sufrido en alguna ocasión.

Y eso no invalida mi postura sino todo lo contrario: en esos casos, cada uno de los que hemos pasado por ese abuso de confianza éramos la perfecta representación de la amistad tal como la entendemos por estos pagos...

He escuchado gran cantidad de quejas y lamentos de gente que vive o vivió en Europa o Estados Unidos y que no logró cimentar vínculos en otras tierras, que las amistades verdaderas siguen siendo las que dejaron acá o las que recuperaron a su vuelta; recuerdo ahora en particular la de una amiga que vivió veinte años en Italia, dueña de un restaurant y con gran actividad tanto comercial como social.

Al tomar la decisión de volver a Argentina, vende su casa y su negocio pero con un desfasaje de tiempo, por lo que debió entregar su casa un mes antes de su fecha de retorno. Bien, en esa coyuntura tuvo que permanecer dos semanas "escondida" en su negocio, con familia, perros y gatos incluidos, ya que ningún "amigo" italiano se prestó a hacerle un lugar en su casa, hasta que una conocida catamarqueña les dio asilo hasta que volvieron al país.

En los países "normales" la gente está abocada a su trabajo y su propia familia de manera casi excluyente, no es muy común la familia extendida que implica la amistad en la Argentina.

Me dirán que esto es el secreto del éxito de los demás países, cuyos ciudadanos no pierden el tiempo en interminables sobremesas, en asados (con toda la ceremonia que implica su preparación), en charlas telefónicas o de café (de las que hemos hecho casi un género literario); que los japoneses se dedican a trabajar de sol a sol y por eso les va como les va, que los yanquis están con sus carreras, sus universidades a full y que son serios para hacer las cosas y todos los argumentos que quieran, pero yo no cambio todo el Primer Mundo por el calor que me da en el alma al ser invitado a un asado con gente que quiero, por un café en el Bar El Cairo con algunos de mis compañeros de la secundaria, por una conversación con mi amigo Marcelo desde Santa Fe donde nos contamos las últimas películas que vimos (con lujo de detalle...) y después compartimos penas y alegrías de la vida.

Los argentinos, usando una frase muy común pero no por eso menos cierta, hacemos de la amistad un culto: le dedicamos tiempo, una organización (la famosa "peña de los jueves" o el partido de fútbol de los sábados...), la damos y la esperamos de la misma manera y establecemos códigos que se respetan a muerte, al amigo que los transgrede le toca el ostracismo y la soledad.

En nuestra búsqueda de la felicidad, los argentinos podemos apoyarnos sólidamente en el círculo áulico, en ese pequeño Olimpo de café o quincho que llenan a nuestros amigos; siempre de un amigo vendrá una mano, una palabra, un consuelo; en resumen, alguien que nos recuerde quiénes somos y todo lo que valemos.

Y eso no es poco decir...

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